Psicoanalista y Psicologa Malaga

HOY CENAMOS FUERA

No era el silencio lo que me incomodaba, todo lo contrario, había veces que ese silencio era señal de tranquilidad y bienestar. Aunque tengo que decir, que tengo algunas amigas que utilizan el silencio como venganza, lo utilizan como una especie de castigo hacia el otro, y establecen algo así como una huelga de palabras de varios días, realmente no sé si consiguen algo de esa manera. A mi no me pasa eso, pero me pasa otra cosa con Juan que no puedo explicar. Falta algo y no se lo que es.

Hablamos. Nos contamos las anécdotas del día. Compartimos viajes. Algunos amigos en común. Pero falta algo. Esto me lleva a pensar que para separarse la única justificación es llegar a las manos o los insultos. Mi marido es muy bueno, pero creo eso no es suficiente para que sigamos juntos.

Solemos salir a cenar los sábados los dos solos:
-Está bueno el vino
-No está mal
-¿Te gusta tu plato?
-Le falta sal. Yo conozco la receta, a ver si lo hago y te sorprendo
-Que guapa está hoy nena
-¿Sabes qué me pasó el otro día con un cliente?
-A ver, cuenta

Batallitas del día a día que me gustan mucho pero ahora no me resultan bastante. Cuando salgo a comer fuera además de compartir mesa con Juan, me gusta fijarme en la actitud de las parejas. Las hay que están todo el rato discutiendo, no se ponen de acuerdo ni para elegir la mesa en la que se van a sentar. También hay parejas que casi no intercambian miradas y a penas tres o cuatro frases como si fueran dos desconocidos. Hay otras parejas que están tan encima uno del otro, que todo parece una exageración y que detrás de ese exhibicionismo se esconde otra cosa.

Me gusta mucho observar a los desconocidos. No sé nada de ellos más lo que se ve. Y esa es justo la sensación que tengo con Juan. Tal vez…tal vez conversar un poco más allá de la vida cotidiana me haga sentirlo de otra manera. No es que me haya vuelto trascendental, ni intelectual, ni política, aunque tengo que reconocer que el otro día leí una frase que me impactó: "a un ser que, también, lo aburre una conversación sobre la trascendencia, no le demos más vueltas, no es un ser". Hecho de menos conocer que piensa mi marido sobre algunas cosas, justo para que no sea un desconocido. Quizá yo tampoco sepa como iniciar una conversación así.

A esta altura de nuestra relación, yo sé mejor que piensa el vecino sobre que supone tener hijos, que mi propio marido. Ni si quiera sé si a él le pasa lo mismo.