Psicoanalista y Psicologa Malaga


EL OBSERVADOR:
La prueba de amor


Hoy el observador nos cuenta una escena de pareja que presenció una vez, pero que ha visto que se repite mucho en las distintas personas, y no sólo en las relaciones de pareja, sino también en las de amistad, madre-hijos, jefe-trabajador. Y es que muchas veces creemos que hemos dicho algo, pero en realidad sólo lo hemos pensado. La mente funciona tan rápido, que por él circulan miles de pensamientos al día, tantos que de forma consciente no nos damos cuenta. El protagonista de estos días, El Observador, dice: ¡ojo, todo lo que observamos, ya ha hecho mella en nosotros! Es decir, poder darnos cuenta de lo que le sucede a los demás, es una oportunidad de crecimiento para nosotros.

Era jueves, Cristina estaba de vacaciones y quería pasar el fin de semana en el campo con su novio. Ella no le comentó nada a Daniel. Llega el sábado y le pregunta: ¿qué vamos a hacer hoy? Daniel contestó: no sé, como siempre, comer con mis padres y luego ver el fútbol, ¿tú que quieres? Cristina a partir de aquí cambió repentinamente de humor y comenzó a decir: es que tú no me quieres, es que tú no me tienes en consideración, es que tú no me escuchas…hasta que todo acabó en lloros y en una sarta de reproches.

Una reacción desmedida ¿no creen? En este caso, Cristina nunca le dijo de verdad a su novio lo que quería. Ella lo había planeado todo, y en sus pensamientos era un plan muy divertido. Al ver que su novio sigue haciendo lo habitual de cada sábado, ella monta en cólera. Esta actuación es como una "prueba de amor inconsciente": si adivina mis planes y cambia su rutina por mí, él me quiere; si no los adivina, él no me quiere. Cristina, de toda la frase que dijo su novio, se quedó fijada en la palabra no, y a partir de ahí cualquier expresión de un sentimiento, una realidad, una proposición, estaba precedida por un no, un "no te quiero". El muchacho y hizo lo que era habitual en su vida, sin embargo Cristina sabiendo lo que quería desde hacía tres días, fue incapaz de expresar su deseo.

Esta situación supone cierta dificultad explicarla. Veréis, es muy fácil para el sujeto, creerse cualquier pensamiento, fantasía, aunque no haya pasado por la realidad. También el sujeto, duda de cualquier información que llega del exterior. Se dice: el sujeto ve más cuando cierra los ojos que cuando los abre.

Es normal que cuando a uno se le estropean los planes sienta cierto malestar. Lo que no es comprensible es que uno quiera hacer algo y no haga nada por conseguirlo. Para explicar esto con otro ejemplo se diría: para tener un orgasmo, no es que el otro te tenga que dejar, sino más bien, es uno el que se tiene que implicar.

De todas formas, lo de los enfados es muy relativo, porque aunque el enfadado siempre echa las culpas sobre el otro, por lo general, ese otro nunca es culpable (aunque sirva de detonante). Pero cuando uno se encuentra en situación de enfado lo paga con lo primero que se le cruce por su camino. Con esto estamos haciendo responsable al otro de las desgracias que nos ocurren. Y generalmente esas circunstancias no son por algo real, sino más bien el efecto de "dar vueltas la cabeza".