Psicoanalista Málaga y Mijas | Genoveva Navarro | 951918121 info@tudivan.com

Querida familia

Querida familia,

Estoy cansada. Más bien decepcionada. Creía yo que me podía salvar de los enredos familiares, quizá porque pensaba que nuestra familia era especial.

Después de los últimos hechos acontecidos, he visto que no estamos a salvo de nada. No porque seamos malas personas, sino porque la estructura familiar trae consigo esos enredos. ¿De qué enredos hablo? Pues de la envidia entre hermanos o entre padres e hijos, los problemas económicos o de herencia. Para colmo, se establecen alianzas entre los miembros, y alguno se queda sin aliado. Me parece que nadie está a salvo de esas cuestiones familiares. Pienso que lo mejor es que cada uno se ocupe de su propia salud, y así, cuando tengan que acontecer esas cuestiones se podrán resolver de una manera más civilizada. Si cada uno de nosotros se cuida su salud psíquica, será más fácil que la familia permanezca unida y sin grandes altercados. Tampoco diría, que estas dificultades sean únicas de las relaciones familiares, entiendo que allí donde haya humanos, dónde se den relaciones, existe complejidad.

Es duro ver, cómo uno no sabe hablar, y en lugar de plantear las cosas tranquilamente, empieza a chillar, a discutir, a sacar trapos sucios…. ¡toda una batalla campal! Pero claro, hay temas más difíciles de tratar que otros, no todo es tomar café, salir a pasear o reírse.

La verdad es que las disputas familiares son muy desagradables, ¡claro, cuando se ve afectada nuestra relación con nuestros seres queridos… pareciera que el mundo se tambalea!

En fin, que yo os quiero mucho, pero que aunque nos une un lazo de sangre, no tenemos que pensar de la misma manera. Y tal vez esa sea una gran dificultad. Nos ha unido el destino, nos ha educado la vida, y obligados por la sangre tenemos que querernos y respetar nuestras diferencias.

Mamá y papá lo han dado todo por nosotros, y así lo haremos nosotros con nuestros hijos. Y este hecho también es duro: lo que recibimos se lo damos al siguiente, no al que nos lo dio, eso parece que es ley. Digo que es duro porque siempre existe una falta de agradecimiento o delicadeza hacia nuestros padres, que queda saldada con los hijos.

Menos mal que nada es para siempre, y este sentimiento de tristeza también desaparecerá. Un beso querida familia y hasta el próximo encuentro.

 

Genoveva Navarro
Psicologa Psicoanalista
Nº Colegiada AO- 5262
Telf 951 91 81 21
Málaga

Estoy trabajando

ESTOY TRABAJANDO

Querido hijo:
Hace años, a la hora de cenar, a veces me preguntabas si papá iba a cenar con nosotros. Yo simplemente te decía: «está fuera», o «papá no está». Pensaba que con esa respuesta valía, pero no me daba cuenta de lo que estaba transmitiendo. Tú podías estar pensando que papá no nos quería, que era un vago o un juerguista. Pero papá estaba trabajando, y pagando así la cena que tomábamos tú y yo. A veces yo misma le reprochaba que estaba todo el día fuera, como si estuviera divirtiéndose en lugar de trabajando.

Las mujeres han tenido un tardío acceso al trabajo. Y ahora aún se discute si la mujer tiene dificultades para acceder al mundo laboral. Yo no sé si esa dificultad es real o moral, porque realmente sobre la mujer pesa la tradición de ser ama de casa y la dedicación a la crianza de los hijos. A las mujeres parece que nos genera cierto sentimiento de culpa cuando queremos sumar a estas tareas una vida profesional.

En su día yo me preparé para trabajar, pero no me dediqué a ello: mis prioridades eran otras, como cuidarte a ti. Pero yo recuerdo que me quejaba por la falta de oportunidades para trabajar. Pero, hijo, una mujer no accede a un puesto de trabajo por el mero hecho de estudiar y ser mujer. Tiene que desearlo y poner su energía en ello. No con capricho, sino con verdadero deseo. Yo me quejaba de que no encontraba trabajo, pero ahora puedo reconocer que no hacía nada por conseguirlo.

He aprendido que no se trata de compararme con papá, porque evidentemente hay diferencias, aunque hay quien se empeña en que hombres y mujeres seamos iguales. He leído que cada hombre y cada mujer tiene que alcanzar una posición masculina y una posición femenina. La posición femenina es la posición de la creación y la posición masculina, es la posición de la producción, de la subjetividad y del conocimiento.

Ahora ya eres más mayor y yo estoy trabajando. Sé que cuando no llego a cenar papá te dice que «estoy fuera». No estoy en ningún parque de atracciones. Estoy trabajando porque las tareas a veces se alargan. Llegaré un poco más tarde a casa para darte un beso en la cama.
Tu madre que te quiere.

 

Genoveva Navarro
Psicologa Psicoanalista
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Carta a mi nueva compañera

Querida compañera,

Ayer me dio alegría verte aparecer por clase. La razón es que sin tú saberlo me devolviste a la realidad.

Te explico. Rara vez uno es objetivo consigo mismo, y por lo general no nos damos cuenta de la posición que ocupamos. Es gracias a otros, que podemos ubicarnos. Uno sólo puede ser entre otros, no solo.

Al verte, me di cuenta de que yo ya no era una principiante. Tú estabas anotando los libros que hacían falta para estudiar y yo me acordaba no sólo de que los tenía, sino de que esos libros fueron un regalo de mi madre.

Han pasado 7 años desde que comencé a andar este camino. Las dos hemos llegado hasta aquí de distinta forma y seguramente tú recorrerás el camino de otra manera. Ni mejor ni peor. Lo harás. Y será a tu manera.

Me dio alegría verte, porque me has devuelto a la realidad. Y no por comparación que es el verbo de la envidia, sino sencillamente porque me he dado cuenta del lugar que ocupo. Tengo la humildad para reconocer, que en otra ocasión la llegada de alguien nuevo, lejos de causarme alegría, me hubiese causado, temor, rivalidad, competencia… Sin embargo, ahora en los nuevos, veo una oportunidad para crecer, una oportunidad para saber qué lugar ocupo, una oportunidad para admira el frescor y la energía, la inocencia del que comienza.

Está bien darse cuenta de que existe gente por encima nuestra y también por debajo. Mayores y pequeños. En muchas ocasiones nos cuesta tolerar la existencia de otros, nos creemos los únicos y esa postura nos hace no poder crecer. Mayores de los que poder aprender, y pequeños a los que poder enseñar y que nos hagan mayores a nosotros mismos. Como vemos, no estamos solos: llegamos al mundo y había gente, nos iremos del mundo y seguirá habiendo gente, y el mundo puede ser, por ejemplo tu familia, tu trabajo. Porque hoy, en esta carta, te hablo de lo que me pasó ayer en clase, pero no dudes que esto que he vivido te puede pasar a ti en otras situaciones, porque en casi todos los aspectos de la vida hay alguien que ocupa el lugar de «el nuevo». Puede ocurrir en el trabajo, en una pandilla, un nuevo miembro familiar,

Por unos instantes tengo el gusto de darte las gracias por haber llegado a clase. Un beso y seguimos viéndonos.

 

Genoveva Navarro
Psicologa Psicoanalista
Nº Colegiada AO- 5262
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Málaga

Evitar sufrir o ser feliz

Querido,

Que te den un beso todas las noches es fácil. O dicho de otra manera, para que te den un beso todas las noches a algo hay que renunciar, por ejemplo, a la tendencia a ser egoísta, o a la tendencia de creerse perfecto, y además también hay que saber vivir con las diferencias del otro. Digamos que tener pareja tiene un precio. Cuando te hablo de pareja, te estoy hablando también de otras cosas, sea tener unos estudios, tener cierto trabajo, o querer cierto estatus. Cada cosa, en esta vida tiene un coste.

Hay mucha gente que piensa que por si algún día no tiene ese beso, mejor no tenerlo nunca. Y es que para muchos, evitar sufrir, evitar que le hagan daño es su único objetivo. Personas que se olvidan de conseguir placer y lo primero para ellos, es evitar sufrir.

A lo largo de la historia son muchos los métodos que se han utilizado para evitar el sufrimiento. Por ejemplo hay quien se protege de las relaciones humanas y por ello practica un aislamiento voluntario, un alejamiento de los demás. Así nos encontramos gente que no tiene amigos o personas que renuncian a tener pareja porque alguna vez lo pasaron mal.

Hay quien trata hasta de protegerse de sí mismo. Al fin y al cabo es nuestro propio cuerpo el que siente el sufrimiento a través de ciertas disposiciones de nuestro organismo. El método más utilizado para modificar lo que sentimos suelen ser sustancias químicas. Existen ciertas sustancias extrañas al organismo cuya presencia en la sangre o en los tejidos nos proporción directamente sensaciones placenteras, modificando además las condiciones de nuestra sensibilidad, de manera que impide percibir estímulos desagradables.

Estas soluciones químicas producen un placer inmediato y también cierta independencia frente al mundo exterior. El hombre sabe que con esos «quitapenas» siempre podrá escapar al peso de la realidad, refugiándose en un mundo propio que ofrezca mejores condiciones para su sensibilidad.

Ya lo dijo Freud, según lo que hagamos con la realidad tendremos una salud u otra. El neurótico es aquel que conoce la realidad y huye de ella. El psicótico sería el que transforma una realidad que desconoce. Y el sujeto normal es aquel que conoce la realidad, como el neurótico, pero no huye de ella, la transforma, como el psicótico.

De cualquiera de las formas, huir de la realidad no es más que un mecanismo de defensa y siempre, siempre se puede retornar a la salud.

Una vez más, me juego en este beso de despedida, en el sentido de que un día puede que no te lo dé.

 

Genoveva Navarro
Psicologa Psicoanalista
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Málaga

Carta de un libro de texto

Queridos padres con hijos en edad escolar,

Estos días estoy muy conmovido porque no paráis de hablar de mí, de un libro de texto. Os quejáis mucho respecto de mi valor. Habláis de mi valor económico, pero del resto de mis valores no os pronunciáis mucho. ¿De verdad os parece caro invertir, que no gastar, unos 100 € en libros como yo y otros parecidos?

Cuál fue mi tristeza esta mañana, mientras yo reposaba en una estantería de mis favoritas, cuando una señora de unos 45 años se paró delante de mí, y le dijo a su amiga: «¡Menos mal que mi hijo no va a hacer 2º de bachillerato!, ¡si no, vaya gasto!» Me va a costar salir de mi asombro. A ver si encuentro las palabras justas para hablar en mi favor y en el de los míos: Señora, mis compañeros y yo servimos a su hijo durante todo un año. Su hijo va recibir de nosotros conocimiento, educación y le vamos a ayudar a formarse como persona, y eso le va a abrir muchos caminos, también vamos a contribuir a que su hijo sea más despierto. Y está claro que el tiempo que pase con nosotros, no lo va a pasar con otras cosas tal vez menos beneficiosas. Cien euros entre más o menos 170 días lectivos, no sale a más de 0.60 céntimos el día. Pongamos que no son 100 € sino 200 € entre libros y materiales, serían 1.20 € ¿eso le sigue pareciendo mucho?

Podrían ustedes, señores padres reflexionar y pensar cuanto se gastan al día en café, cigarrillos, gasolina, viajes, comidas en restaurantes, ropa innecesaria, productos de belleza, coches para aparentar, casa de campo… y todo eso sin protestar.

Queridos padres, no sé si sabéis que los hijos aprenden más de aquellas personas con las que comparten más tiempo. Esto no sólo lo digo yo, también lo dice el Ministerio de Educación, que ha hecho un anuncio con el lema «Si tú lees, ellos leen». Los hijos no aprenden sólo lo bueno, también lo malo y si vosotros pensáis que es un royo gastar en material escolar, que es un estropicio en vuestra economía, que vais a tener que pedir en la iglesia para comer… ¿qué creéis que les estáis transmitiendo a vuestros hijos? Pues un pensamiento malo acerca de la educación. Hasta podrías estar creándole un sentimiento de culpa por querer estudiar mientras la familia se arruina.

Me parece que no es cuestión de arremeter contra vosotros. Más bien habría que dejar claro que muchos padres estáis mejor preparados para pensar en ocio, que en educación, aunque no sé si esta cuestión es responsabilidad del sistema.

Por otro lado, parece que os quejáis por todo: si los niños montan en bici por las calle os molesta, si los niños piden actividades extraescolares os molesta, si los niños necesitan libros para estudiar os molesta, si los niños comen pipas sentados en un banco os molesta… ¿qué es lo que no os molesta? ¿que los niños se queden en casa viendo la televisión? Aunque también os quejáis de que ven mucha tele. ¿Quién os entiende?

Un saludo de un libro ávido de caer en las manos de un niño deseoso de descubrir mundo.

El amor me ha decepcionado

Querido esposo,

Hoy vengo a contarte que estoy triste. El amor me ha decepcionado. Pero no todo el amor, ni tampoco nuestro amor, me refiero al amor de pareja en general.

¡Ay!, Luis, llevamos casi 10 años juntos, y hasta hace muy poco creía que el amor, que tener marido era algo más, o mejor dicho, que era lo más. Creía que me salvaría tal vez de trabajar, creía que me tendría siempre flotando a salvo de yo qué sé, creía que dos eran uno, creía que el amor era una especie de completud. En definitiva pensaba que podría salvarme hasta de hacer mi propia vida.

A mí me gusta mucho estar contigo. Pasamos muy buenos ratos juntos, conversamos tranquilamente aunque tengamos puntos de vista diferentes, nos apoyamos en nuestras decisiones y también tenemos palabras para llamar las cosas del mundo que nos hemos creado. Supongo que estamos juntos por todas esas cosas y también por cosas que ni nos imaginamos, quiero decir que algún motivo inconsciente también nos mantiene unidos.

Al principio no entendía por qué te brillaban los ojos cuando no estabas conmigo. Ahora me encanta el brillo de tus ojos aunque no me mires, y aprovecho hoy para agradecerte esa libertad que te has tomado siempre, porque al fin y al cabo eso no es más que un gesto para darme a mí la misma libertad. Al fin, después de unos cuantos años, a mí los ojos me brillan por múltiples razones. Es muy gratificante crecer contigo.

Te preguntarás entonces, qué es lo que me pasa. Y yo te respondo triste y tranquila, que he descubierto que el amor es eso, sólo amor. No es ningún antídoto contra la soledad, ni ninguna vacuna contra el aburrimiento, ni un remedio para el mal carácter, porque mira que conozco yo gente casada que se siente sola, aburrida y encima voluble. Después del amor, más amor y otras cosas.

Poner el amor en su sitio, es un paso más que he dado para entender que las cosas no se consiguen una vez y para siempre.

Como ves no sólo nos divertimos juntos, sino que también aprendo. Luis después de todo este tiempo juntos, no sólo soy un poco más vieja y arrugadita, sino un poco más conocedora de las cosas que nos pasan a los humanos.

Un beso, tu siempre inquieta Laura.

 

Genoveva Navarro
Psicologa Psicoanalista
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Málaga