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ACUSADA
Estoy cansada. Harta de la complejidad de las relaciones. Decepcionada
por el funcionamiento de los humanos. Aunque no llego al punto de que
se me encolericen los ojos.
Estoy acusada de cambiar de personalidad. Tal acusación me molesta
hasta al punto de que a veces quiero aislarme para no oír más
veces esa acusación. Estoy exagerando, lo sé, pero como
alternativa a ese aislamiento voluntario, y para evitar caer en mi propio
despotismo, me voy a dedicar a investigar. Me armaré de argumentos
para defenderme y espero que así, el acusador lo tenga en consideración
y se dé cuenta de que uno, no es sólo uno, sino muchos.
No he cometido ningún asesinato ante el que tenga que justificarme.
Ningún asesinato ni ningún delito de ninguna clase. Se
trata de mi madre. Dice que no soy igual en mi casa que con mis amigas.
Estaría bueno que ahora mi madre fuese una amiga o que a mis
amigas las tomara como una madre.
Sin más dilaciones, para mi tranquilidad y mi salud física
y mental, paso a mi defensa teniendo en cuenta que son varias las razones
que invitan a pensar que las personas cambian su forma de actuar según
dónde, con quién y en qué momento interactúan.
Argumento 1. Somos diferentes con cada persona porque el interlocutor
invita a un tipo de comportamiento.
Estoy quiere decir que si estoy con una persona muy liberal, eso me
permite a mí actuar más suelta, menos inhibida. Por el
contrario, si estoy con una persona muy censuradora, reprimida y con
muchos tabúes, eso hará que yo me comporte muy limitada,
coartada, hasta remilgada. Con esto justifico que mi variabilidad de
carácter o comportamiento, no sólo depende de mí.
Además, hacerme conocedora de este argumento, me ha abierto los
ojos: tendré que aprender a elegir la compañía
que quiero tener para poder comportarme como más me guste.
Argumento 2. Somos diferentes con el tiempo. Con los años se
gana experiencia, conocimiento, cambian los gustos, en definitiva con
el paso del tiempo uno crece.
Así que cuando mi madre me dice con cierto tonillo rencoroso
y algo de reproche, que antes era distinta, parece que lo que quiere
es que siempre sea aquella niña dócil y obediente de hace
15 años. Acabo de caer en la cuenta, pareciera que no me deja
crecer.
Argumento 3. Somos diferentes en cada situación. No se requiere
la misma inteligencia si estás en una reunión de trabajo
que si estás con amigos. Tampoco se requiere el mismo afecto
ante la pareja, que ante unos desconocidos.
Este tercer argumento me permite ser diferente en mi casa y en el trabajo.
Menos mal. Y así, con este trabajo de defensa he conseguido tranquilidad
y entiendo que estos cambios no son sólo para mí, sino
para todos los mortales, incluido mi acusador.
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