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Ayudar No son pocas las personas que tienen seres queridos en situaciones difíciles, seres queridos con problemas, problemas personales, psicológicos, físicos Y no son pocas las personas que se preguntan ¿qué hago yo por ella? ¿qué hago yo para que esto cambie? Bien, cuando alguien tiene un ser allegado con problemas, lo primero que tienen que preguntarse es si esa persona querida reconoce que tiene ciertas dificultades. Si la respuesta es afirmativa, todo será un proceso menos complicado: se plantean soluciones, se buscan profesionales Por el contrario, si ese ser querido no reconoce tener dificultades, todo será bastante más complejo. Sobre todo por el malestar que produce ver cómo alguien cercano se deteriora. En este caso se hablará con el afectado, se conversa para hacer ver la realidad y para ver una misma cuestión desde distintos puntos de vista. ¿Sirve de algo forzar a la persona para que acuda a algún sitio? No es la mejor manera, porque para que exista cambio, transformación, crecimiento, la persona tienen que implicarse, tiene que tener deseo. Aunque a las malas, forzando a la persona y exponiéndola a nuevas situaciones, tal vez se le despierte el deseo. Muchas veces los familiares o amigos de las personas en situaciones críticas, se sienten impotentes, con culpa nada de esto tiene que tener lugar si uno hace lo que corresponde ¿y qué es lo que corresponde? Hablar con el afectado del problema, esacucharles, facilitarles medios (económicos, de transporte, servicios profesionales ) si nosotros disponemos de ello. La persona que está dispuesta a ayudar tiene que hacer lo que esté en su mano, pero no lo que esté más allá de esta. Es importante saber donde está el límite de la ayuda, porque lo que no puede ocurrir es que la vida propia se estropee por favorecer a otros. Hacer todo lo posible si, pero perjudicar mi vida no. Aunque se trate de un hijo, de una madre, de un marido sobre todo porque no podemos ser la sombra de nadie ni vivir la vida de otros. La mejor manera de ayudar a los demás es ocupándose de uno mismo. En la medida que si yo soy una persona educada, inteligente, aseada, trabajadora, resuelvo cualquier situación que se plantee ahí, estoy siendo una persona responsable para dejar de ser una carga para otros. Y la cuestión es ser responsables de uno mismo. Ser responsables es saber que cada acción tiene una consecuencia. Tener la convicción de que lo que nos pasa es porque así lo quisimos y no porque nadie nos indujo: "a nadie se le convence de lo que no está previamente convencido".
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